Una mañana diferente, a las 5 am, nos encontrábamos en Capital Federal con nuestra amada Brigada. Habíamos decidido ir temprano para poder llevar el desayuno y frazadas a todas las personas que hoy se encuentran en la calle durmiendo, ya sea por adicciones o porque la situación actual los ha obligado a buscar refugio en las veredas. Es un tiempo triste, pero también un tiempo en el cual los corazones se encuentran más a disposición y vulnerables para recibir a Jesús. Nos hemos dado cuenta de que, a pesar de las circunstancias adversas, hay una apertura y una necesidad de esperanza que podemos ofrecer.
A medida que recorríamos las calles, vimos rostros cansados pero agradecidos, y nos conmovió profundamente el impacto que un simple gesto de amabilidad puede tener en la vida de alguien. Compartir un café caliente, una frazada para combatir el frío, y unas palabras de aliento, se convirtió en un acto de amor que iluminó la mañana para muchos.
Reflexionamos sobre cómo, en medio de la oscuridad, podemos ser luz y llevar el mensaje de amor y esperanza de Jesús a aquellos que más lo necesitan. Cada saludo, cada sonrisa, cada conversación se volvieron momentos significativos en los que pudimos sembrar una semilla de fe y consuelo.
¡Gracias, Señor, por usarnos como tus instrumentos! ¡Gracias a todos por apoyarnos en esta hermosa misión! ¡Gracias, colaboradores, por siempre estar presentes y por su incansable dedicación! Cada uno de ustedes es una pieza fundamental en esta labor de amor y compasión. Juntos, estamos haciendo una diferencia y mostrando que, incluso en los momentos más difíciles, el amor de Dios está presente y activo.