Otro domingo a las 5 de la mañana nos encontramos nuevamente junto a nuestros valiosos colaboradores de la Brigada en la Capital Federal. Es un día especial, donde elegimos levantarnos temprano no solo para estar presentes, sino para ser una luz y un sostén en la vida de aquellos que más lo necesitan.
Es un compromiso que va más allá de las palabras; es un acto de amor y solidaridad hacia nuestros semejantes. Traemos con nosotros no solo alimentos para el cuerpo, como un rico desayuno que compartimos con todos, sino también un alimento para el alma, ofreciendo una escucha atenta, un abrazo cálido y un momento para compartir nuestras experiencias y un poco de la fe que nos guía.
Sabemos que un desayuno no resuelve todos los desafíos que enfrentan, pero sabemos también que cada gesto cuenta. Cada sonrisa, cada mirada de comprensión y cada palabra de aliento pueden hacer una diferencia en la vida de alguien.
Por eso, queremos expresar nuestro sincero agradecimiento por estar ahí, por acompañarnos en esta labor que va más allá de las fronteras de lo material. Juntos, vamos por mucho más. Continuaremos extendiendo nuestra mano amiga, elevando nuestras oraciones y trabajando con el corazón lleno de esperanza por un mundo más justo y solidario.
Gracias por ser parte de esta hermosa misión.